¿Quién aprueba el inicio del expediente?
Uf, el tema de las licitaciones públicas… No es precisamente la conversación estrella en una fiesta, pero vaya que tiene su miga. Mira, todo arranca con ese rollo del “inicio del expediente”. Y no, no es solo un montón de papeles para apilar en un cajón. Es el banderazo de salida oficial, ¿sabes? El jefe, la jefa, el mandamás del órgano de contratación —sea una entidad pública, una empresa estatal, un ministerio, lo que toque— es quien tiene que dar el “ok” para que arranque el asunto.
Este primer paso, ese expediente, pone sobre la mesa las reglas del juego: qué se va a pedir, cómo se va a elegir al ganador, qué requisitos hay que cumplir, las especificaciones técnicas… todo el rollo. Ahí mismo suele venir el plan de compra, que es como el mapa del tesoro para todo el proceso.
No te confundas: sin la firma de la persona con autoridad, no hay fiesta. Nada de licitación, nada de competencia, nada de nada. Esa luz verde es la que asegura que nadie se saque un conejo de la chistera y que todo se haga según las reglas del juego. Transparencia y equidad, dicen. O sea, que todas las empresas tengan la misma oportunidad de pelear por el contrato, y que no haya favoritismos raros por detrás.
Y ojo, porque si no se aprueba ese expediente como toca, te puedes meter en un lío legal de los buenos. En la mayoría de los países, hay que tener el visto bueno de alguien con poder real para que el proceso tenga validez. Si no, luego vienen los recursos, los tribunales y el drama.
Eso sí, cada país tiene sus normas. No es lo mismo en México que en España o en Argentina. Así que, si te vas a meter en el berenjenal de una licitación pública, mejor estudia bien la ley local. No vaya a ser que te quedes fuera por no tener claro quién tiene la última palabra.
En resumen, sin el jefe/a del órgano de contratación diciendo “vamos”, no hay expediente. Y sin expediente, no hay licitación. Las empresas que quieran jugar, mejor que sepan quién aprueba qué, cuándo y cómo. Porque aquí, el que no conoce las reglas, ni siquiera entra al partido.