¿Qué ocurre si uno de los miembros de la UTE no cumple?
Cuando uno de los miembros mete la pata en una UTE (sí, esas Uniones Temporales de Empresas que se montan para pillar contratos jugosos, sobre todo públicos), la cosa se puede torcer bastante, y no sólo para el que falla, sino para todos los que están en la movida. O sea, aquí nadie se libra.
A ver, lo básico: una UTE no es más que un puñado de empresas que deciden ir juntas a por un contrato tocho. Lo típico: obra pública, algo gordo. Y claro, la Ley de Contratos del Sector Público (LCSP, para los amigos) lo deja bien clarito en su artículo 66: todos los de la UTE responden igual ante la Administración. Que uno la líe, pues los demás también pringan, así de sencillo. La Administración no se va a andar con rodeos: va a por el que pueda, y punto.
Esto de la responsabilidad solidaria es como ir en un barco y que uno haga un agujero: pues todos os mojáis. Si uno no cumple, a la UTE la pueden sancionar, echarla del contrato, ponerle una multa, o incluso vetar a las empresas para futuras licitaciones. Y si tú eres el pringado que sí hizo los deberes, puedes reclamarle al que falló lo que te toque por daños y perjuicios. Vamos, que no te vas de rositas.
Por eso, antes de casarse en esto de las UTE, hay que mirarse bien con quién te juntas. Un chequeo previo a tus futuros socios te puede ahorrar más de un disgusto. Y ojo, poned en el contrato de la UTE las reglas del juego: “si tú la lías, pasa esto y esto”. Mejor dejarlo todo atado y bien atado, que luego vienen los dramas.
Y si el lío es gordo, hasta se puede disolver la UTE. En ese caso, la Administración puede tirar de las garantías que pusisteis, o buscarse otro para acabar el trabajo. No hay miramientos.
Total, que saltarse las reglas en una UTE es jugar con fuego. Las consecuencias pueden ser un marrón enorme para todos. Así que, si no quieres dramas, elige bien a tus compañeros de viaje y dejad claro por escrito qué pasa si alguno se pasa de listo. Así, al menos, si hay bronca, tendrás por dónde agarrarte.
