¿Qué medidas de igualdad pueden incluirse en una licitación?
Las licitaciones públicas son, básicamente, la puerta de entrada para conseguir contratos con el gobierno. Si quieres venderle algo al Estado, necesitas pasar por ahí, sí o sí. Ahora, lo interesante del asunto es que no basta con tirar cualquier licitación al aire y listo. Hay que diseñarlas bien, porque si no, se cuela la discriminación y la desigualdad por todos lados. El chiste es que todos tengan chance, no sólo los de siempre.
¿Qué se puede hacer para que el proceso sea más justo? Pues un montón de cosas. Por ejemplo, muchas veces se pide que las empresas tengan políticas de igualdad, y eso suma puntos cuando eligen al ganador. Si tu empresa tiene un plan de igualdad, promueve la diversidad o ayuda a que la gente pueda balancear el trabajo con la vida personal, eso te pone por delante de otros. Así, de entrada, ya no sólo importa el precio que pongas.
Luego está el rollo de reservar ciertas licitaciones para quienes normalmente la tienen más difícil. ¿Qué tal si algunas oportunidades son solo para PYMES, cooperativas, empresas lideradas por mujeres o personas que suelen quedarse fuera del mercado? No es tan descabellado; de hecho, ya pasa en muchos lados. Y la verdad, eso le da un empujón a quienes más lo necesitan.
Otra historia bastante útil son las famosas cláusulas sociales. Básicamente, el gobierno te dice: “Si quieres mi contrato, tienes que cumplir con ciertas reglas de igualdad”. Nada de andar discriminando a la gente en la empresa, y si puedes, mejor aún, comprométete a formar y contratar a personas que están desempleadas o en riesgo de exclusión social.
Y ojo, que no todo termina con poner reglas bonitas en el papel. También hace falta que el proceso sea transparente. Nada de favoritismos raros ni información escondida. Todos los que quieran participar deben tener acceso a la misma info y saber exactamente cómo se van a evaluar las ofertas. Si no, el chanchullo se cuela por la ventana.
Eso sí, todo esto de la igualdad no es algo que se pueda meter a medias. Hay que pensarlo desde el primer día hasta el último: desde que se diseña la licitación, pasando por la selección, la ejecución, y hasta el seguimiento. Si una empresa no cumple con lo que prometió en igualdad, pues que le caiga una sanción, ¿no?
Al final, meterle medidas de igualdad a las licitaciones no es sólo porque lo diga la ley (aunque sí, muchas veces es obligatorio). Es que, honestamente, los servicios y productos mejoran cuando hay más diversidad, competencia real y oportunidades para todos. Así que si tienes pensado lanzarte a una licitación pública, más vale que te pongas las pilas con este tema. No es opcional, y te puede dar la ventaja que necesitas.