¿Puede justificarse una baja con innovación tecnológica?
Cuando se trata de licitaciones públicas, meterle innovación tecnológica a tu propuesta puede ser el as bajo la manga para justificar por qué ofreces precios más bajos. O sea, no es magia: si metes máquinas más modernas, automatizas procesos, o te lanzas con un software que te ahorra tiempo, pues claro que tus costos bajan y tu oferta se vuelve mucho más atractiva.
La ley de contratos públicos en varios países ya contempla esto; te dejan explicar tu bajada de precio con argumentos como “oye, estoy usando tecnología más pro, por eso soy más barato”. Eso sí, no basta con decirlo y ya. Hay que demostrarlo, con papeles, pruebas y todo eso que le gusta a la administración.
Y ojo, innovación tecnológica puede ser cualquier cosa: desde un robot de limpieza hasta un algoritmo que te optimiza la logística de reparto. ¿Un ejemplo? Imagínate una empresa que se apunta a un concurso para limpiar edificios públicos. Si llega con robots de limpieza en vez de cuadrillas enteras de gente, pues sus costos bajan y el servicio, en teoría, mejora. Más limpio, más rápido, menos gasto. Win-win.
Otra cosa que también entra aquí es digitalizar lo que antes era un caos de papeles y gestiones a mano. Automatizas, reduces errores, necesitas menos personal para hacer lo mismo. Resultado: más eficiencia, menos gasto. Y sí, todo suma a la hora de justificar por qué tu oferta es más barata que la del vecino.
Eso sí, tampoco hay que fliparse. No vale bajar precios a lo loco y luego no poder cumplir. La empresa tiene que demostrar que, incluso con la innovación, el negocio es viable y no va a terminar perdiendo dinero o dejando el trabajo a medio hacer. Además, tiene que tener sentido para lo que la entidad necesita. No vas a meter drones para limpiar pisos si lo que quieren es pulir cristales, ¿sabes?
Y bueno, tampoco creas que con la innovación ya lo tienes todo ganado. Los que deciden también mirarán si tienes experiencia, si tu propuesta técnica es sólida, si puedes cumplir los plazos… Vamos, que la tecnología ayuda, pero no es la única carta en la mesa. Así que, si te vas a presentar a una licitación, mejor que tengas un combo de innovación, experiencia y sentido común. Si no, olvídate de ganar el contrato.