¿En qué casos se puede justificar un error material en la oferta?

Cuando te metés en el mundo de las licitaciones públicas, uno de esos temas que siempre te hace sudar frío es el bendito asunto de presentar ofertas y no meter la pata. O sea, ¿quién no le teme a equivocarse justo cuando todo está en juego? Y bueno, los errores materiales, esos que parecen inofensivos pero pueden ser una bomba de tiempo, tienen sus vueltas. Hay que saber bien de qué hablamos y cuándo se pueden justificar, porque no todo vale.

Un error material, para que no nos hagamos lío, es ese fallo que mete ruido en un punto clave de la oferta pero que no la cambia de raíz. Son esos descuidos que se pueden ver clarito y arreglar sin que la propuesta se transforme en otra cosa. Puede ser desde un número mal sumado (¿quién no se equivocó alguna vez con la calculadora?) hasta una transcripción que salió torcida. Y ojo, también puede ser un patinazo legal, tipo entender mal lo que dice la ley.

Ahora, ¿cuándo se puede justificar uno de estos errores sin que te manden a casa? Bueno, hay varias situaciones. Por ejemplo, si el error es tan obvio que cualquiera lo ve, la empresa puede decir, che, fue sin querer, no era la idea presentar esto así. Si el error se puede corregir sin que cambie la esencia de la oferta, tampoco hay drama, siempre que no le estés sacando ventaja desleal a los demás. En estos casos, es re común que la entidad que organiza la licitación te pida una aclaración o que corrijas el asunto, pero eso sí, sin hacer magia ni cambiar lo importante.

Y no olvidemos los principios sagrados de las licitaciones: transparencia, igualdad y no discriminación. Si la corrección del error no los pisa, vas bien. Pero como te mandes una que los toque, ahí sí, fuiste.

Eso sí, cada caso es un mundo y conviene mirar todo con lupa. Si te pinta la duda, mejor buscar a un abogado que sepa del tema antes que arriesgarte a perder la licitación por un detalle tonto.

En fin, lo mejor es prevenir. Revisá la oferta como si fueras detective, pedí ayuda a gente que sepa, y no te olvides de empaparte bien con las reglas del juego. Porque, seamos sinceros, arreglar un error es posible, pero evitarlo es mucho menos dolor de cabeza.