¿Cuándo conviene presentar mejoras?
Meterle mejoras a una licitación pública, a veces, es el truco para brillar entre el montón y llevarse el contrato. Pero ojo, no siempre conviene lanzarse a lo loco. Hay que saber cuándo vale la pena invertir tiempo y recursos, porque tampoco es plan de trabajar de gratis.
Cuando hablo de “mejoras”, me refiero a todo: desde ajustar el precio, reducir el plazo de entrega, subir la calidad, o meter algún extra chido que los demás no ofrezcan. Pero, otra vez, eso de lanzar mejoras no siempre es la jugada ganadora. Hay momentos en los que sí tiene sentido, y otros donde mejor ni moverle.
Por ejemplo, si la licitación está peleadísima, con un montón de empresas ofreciendo más o menos lo mismo, ahí sí — meterle alguna mejora puede ser la diferencia. Es como el típico concurso de talentos: si todos cantan igual, el que trae maracas sobresale.
También, si tu empresa puede mejorar la calidad del producto o servicio sin que se te vaya la lana, ¿por qué no? Mucha gente cree que lo único que cuenta es el precio, pero la neta, muchas veces la calidad pesa más de lo que uno piensa.
Otra: si el contrato es a largo plazo, ahí sí conviene lucirse. Las mejoras pueden ayudarte a ganarte la confianza del cliente público y, con suerte, te vuelven a llamar para otros contratos. Relaciones públicas, pero en serio.
Ahora, no todo es miel sobre hojuelas. Si prometes mejoras, asegúrate de que puedes cumplir. Nada de prometer la luna y luego no llegar ni a la azotea. Si la riegas, prepárate para las sanciones, que los contratos públicos no se andan con juegos.
Antes de hacer cualquier promesa, checa bien el pliego de condiciones. Hay licitaciones donde ni siquiera te dejan presentar mejoras, o donde las reglas están tan cerradas que mejor ni te esfuerces.
Resumiendo: sí, las mejoras pueden ser tu boleto dorado, pero sólo si analizas bien el escenario. Mira qué hace la competencia, revisa tus capacidades, lee el pliego con lupa y después sí, decide si te avientas o mejor guardas tus ases para otra ocasión.
