¿Cómo se justifican las prórrogas contractuales?
Las prórrogas en los contratos de licitaciones públicas… vaya tema. Al final, se trata básicamente de estirar el plazo original porque, bueno, a veces la vida (y los proyectos) no salen como uno planea. No es tan fácil como decir “oye, dame más tiempo”, claro. Las autoridades se ponen serias y piden que todo esté súper documentado y con razones de peso.
¿Y cómo se justifica una prórroga? Pues la ley manda. En la mayoría de los países, solo puedes pedir más tiempo si te cayó encima algo inesperado – rollo fuerza mayor, tipo “nadie podía prever esto”, no porque te dormiste en los laureles. Nada de excusitas baratas.
A veces, el propio contrato cambia sobre la marcha. Si de pronto te piden algo nuevo que requiere más días de trabajo, ahí sí puedes pedir prórroga. Eso sí, tiene que ser algo fundamental para el objetivo, no un caprichito más. Y, por supuesto, la entidad que te contrató tiene que estar de acuerdo.
Otra: imagina que el retraso es culpa de un proveedor externo que ni siquiera controlas. Si de verdad no es tu culpa (y puedes probarlo), ahí tienes otra razón válida. Pero si es por falta de ganas o despiste tuyo, olvídalo.
Eso sí, todo tiene que estar bien respaldado. Nada de “te juro que fue así”. Hay que juntar informes, correos, actas de reuniones… lo que sea que pruebe que la prórroga es necesaria. Si no, ni lo intentes.
Y ojo, no es solo cuestión de tiempo: si pedir más días también significa gastar más dinero, tienes que justificar ese incremento y conseguir la aprobación. No es carta blanca para inflar el presupuesto.
Por cierto, mejor no dejar la solicitud para el último segundo. Si quieres que te la aprueben, preséntala con tiempo. Nadie quiere andar corriendo a última hora con estos temas.
En resumen, las prórrogas pueden salvarte el pellejo en las licitaciones públicas, pero no se pueden tomar a la ligera. Si te pasas de listo, puedes acabar en líos legales o peleado con quien te contrató. Así que, si te mueves en este mundillo, más te vale saber cómo justificar bien una prórroga. No es broma.