Habla con un experto en contratación pública

¿Cómo se establecen los plazos en una licitación?

Conceptos Básicos

Vale, te lo suelto al estilo de alguien que ha pasado por varias licitaciones y ya se sabe el cuento. Mira, los plazos en una licitación pública… eso no es un simple trámite, es LA clave para que nadie se pase de listo y todos tengan las mismas oportunidades de agarrar un contrato con el gobierno. ¿Dónde se ponen esos plazos? Pues en el bendito pliego de condiciones, ese documento larguísimo que casi nadie lee entero pero que si te saltas, te quedas fuera por tonto. Y sí, todo eso va regulado hasta el mínimo detalle para que no haya trampa ni cartón.

De entrada, el primer plazo que te va a importar es el de presentar tu propuesta. O sea, ¿cuánto tiempo tienes para armar tu dossier y mandarlo? Eso depende de lo complicado que sea el asunto. Si es para limpiar oficinas, igual te dan dos semanas. Si es para construir un puente, pues te sueltan un mes o más. Lo marca la ley, nunca es tan corto que no puedas prepararlo (en teoría…), pero tampoco te dejan dormirte en los laureles.

Termina el plazo de presentación y ahora toca esperar. Llega el plazo de evaluación. Aquí es donde los funcionarios se sientan a mirar todas las propuestas y a ver quién tiene la mejor pinta. Si hay mil propuestas o el proyecto es un lío tremendo, igual se lo toman con calma. Pero tiene que ser suficiente para que revisen todo y no hagan chapuzas, o eso esperamos todos.

Cuando por fin deciden quién se lleva el gato al agua, viene el último tramo: el plazo de adjudicación. Aquí la administración y la empresa ganadora se ponen a cerrar flecos, negociar algún detalle y firmar papeles. No es que sea eterno, pero tampoco es inmediato, más si hay algún “pero” que discutir.

Un consejo de oro: si te metes en una licitación y pasas de los plazos, despídete. Ni aunque tu oferta sea la bomba. Esto es como el cole, si entregas tarde, ni te corrigen el examen. Así que ojo, planea bien, que esos días vuelan, y chequea si la administración cambia algo a última hora, que a veces lo hacen y ni avisan bien.

Por cierto, no te olvides de las leyes que tocan el tema. Hay reglas nacionales, locales, a veces hasta europeas si te pones internacional, y saltártelas es buscarte un marrón legal. Si hay algo que no te cuadra o no pillas, búscate un abogado o alguien que domine el tema. Mejor eso que perder la oportunidad por un detalle absurdo o, peor, meterte en un lío por no cumplir.

Marta Jiménez

Marta Jiménez

Experta en contratación pública • Transformación digital de licitaciones • Formadora y autora en Tendios

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