¿Cómo se calcula el umbral de temeridad?
A ver, el tema del umbral de temeridad en las licitaciones públicas… suena a palabreja técnica, pero en realidad, si tu empresa quiere meterse en estos fregados, tiene que pillarle el truco sí o sí. Básicamente, este numerito sirve para cazar esas ofertas que son tan ridículamente bajas que huelen a tongo, o que claramente van a acabar en chapuza.
¿Y cómo demonios se calcula? Bueno, depende bastante de la ley de cada sitio y de lo que le dé por decidir al organismo de turno. No hay receta mágica, pero la idea general es la siguiente: agarran todas las ofertas, las suman, sacan la media, y luego aplican un porcentaje que fija el propio organismo. Ese porcentaje es el que marca la línea roja: si tu oferta cae por debajo, los de la mesa te miran con cara rara y te pueden crujir por temerario.
Pero ojo, tampoco es que sea una regla de hierro. El umbral de temeridad es más una señal de alarma que otra cosa. Hay que tener en cuenta mil factores: cómo está el mercado, si el contrato es raro de narices, o si el licitador tiene una explicación decente para su precio. De hecho, si te toca justificarte, puedes sacar pecho: igual tienes proveedores que te hacen precio de amigo, o tu logística es tan fina que ahorras hasta en los clips. O, qué sé yo, igual tienes una tecnología que te hace volar y los demás ni se enteran.
Total, el umbral está para que la cosa sea limpia, sin trampas ni cartón. Así, ni las empresas serias se ven apretadas por ofertas imposibles, ni la administración acaba con un marrón porque el ganador no puede cumplir. Al final, si te quieres meter en licitaciones públicas, más te vale entender bien cómo va esto y, si te toca defender tu oferta, tener argumentos sólidos y los papeles en regla. No es solo saber tus números; tienes que estar al loro de las reglas del juego y de cada entidad. Si no, mal vamos.
