¿Cómo justificar una baja temeraria de forma adecuada?
Justificar una baja temeraria en una licitación pública… uff, eso no es cualquier cosa. Hay que currárselo bien, porque los que revisan esas ofertas no se chupan el dedo. Cuando te pasas de listo y mandas una oferta con un precio ridículamente bajo, los del organismo público te van a pedir explicaciones, sí o sí. Y ojo, cada licitación tiene su propia “personalidad”: no hay un manual universal, porque las reglas cambian dependiendo del país, la ciudad, el planeta (bueno, no tanto, pero casi).
Primero que nada, aquí no vale el “confía en mí, bro”. La prueba está en tu tejado. Tienes que demostrar con datos reales y argumentos sólidos que tu oferta no es una locura suicida – que puedes cumplir con ese precio sin que el proyecto acabe siendo una chapuza. ¿Cómo? Pues mostrando tus cartas: igual tienes una fábrica propia, una tecnología que nadie más tiene, o simplemente eres un crack optimizando procesos y ahorrando costes donde otros ni lo ven.
A veces, el truco está en las economías de escala, o en pillar unos proveedores buenísimos, o porque te sobra material en stock. Si tienes una app mágica que automatiza tareas y reduce mano de obra, enséñala. Pero nada de bla bla bla: necesitas detalles concretos, no promesas en el aire. Explica cómo vas a ahorrar: ¿Tienes proveedores que te hacen precio de amigo? ¿Tu equipo trabaja a la velocidad de la luz? ¿Compras al por mayor y te regalan el envío? Todo suma.
Además, no te olvides de documentarlo todo. Hay que ir con pruebas bajo el brazo: informes, balances, contratos… lo que sea, pero que se vea que no te lo estás inventando. Y, por supuesto, revisa bien la normativa del sitio donde te estás presentando, porque igual te piden cosas muy específicas (en España, por ejemplo, el Real Decreto ese famoso lo deja bien clarito: si no justificas, te mandan a casa).
Así que, resumiendo: justificar una baja temeraria no es solo cuestión de “yo lo hago más barato”. Hay que sudar la camiseta, demostrar con papeles y argumentos que tu oferta es viable y, sobre todo, adaptarte a lo que pide cada licitación. Si no, ni lo intentes, porque te van a pillar.