¿Cómo certificar experiencia en el extranjero?
Mira, certificar experiencia en el extranjero… no es solo un trámite aburrido de papeles, créeme. Para las empresas que quieren meterse en el mundo de las licitaciones públicas y pelear por contratos de gobierno, esto es casi como el as bajo la manga. A veces, ese currículum internacional te salva la vida cuando están evaluando propuestas. Ahora, el rollo es que el proceso de certificación no es nada amigable, porque cada país tiene su propio laberinto de reglas y burocracia. Así que, si te estás preguntando cómo demonios se hace para certificar experiencia en el extranjero, aquí va el chisme.
Primero lo primero: ¡documentos, documentos y más documentos! No basta con decir “yo hice tal proyecto en otro país”, necesitas pruebas. Contratos, actas de cumplimiento, cartas bonitas que digan que sí terminaste el trabajo… todo eso. Y ojo, no cualquier copia sirve, hay que legalizar o apostillar según la famosa Convención de La Haya. Básicamente, que esos papeles no sean solo un adorno y realmente tengan peso en la licitación a la que te vas a meter.
Luego, depende de dónde te presentes, seguro te piden que todo esté traducido al idioma oficial. Y no sirve el traductor de Google, eh. Tiene que ser una traducción jurada, y sí, también tiene que ir legalizada o apostillada. Porque, claro, siempre hay un trámite extra, por si no tenías suficiente.
Ah, y no te confíes… porque hay países o entidades que te sacan otra carta: una certificación de la cámara de comercio o alguna autoridad similar de tu país de origen. Esto es para confirmar que tu empresa existe de verdad y no eres un fantasma con papeles falsos. Básicamente, quieren saber que eres legítimo y puedes operar de manera legal.
Pero espera, todavía hay más. No solo es cuestión de tener papeles bonitos, también tienes que demostrar que los trabajos que hiciste en el extranjero se parecen a lo que te están pidiendo en la licitación. O sea, toca revisar bien las especificaciones técnicas de tus proyectos y ver si tu empresa tiene la capacidad (técnica y financiera) para lo que se viene. Si no, ni te molestes.
Y ahora, un tip de oro: búscate un abogado local que sepa de licitaciones públicas. No te avientes solo, porque cada país tiene sus mañas y trampas. Alguien experto te puede ahorrar dolores de cabeza, y hasta salvarte de quedar fuera por un “detalle” tonto.
Ya para cerrar, certificar experiencia internacional no es cosa de un día ni de dos. Es un proceso de revisar papeles, legalizar, traducir, buscar sellos y a veces hasta rogarle a medio mundo. Pero si te aplicas y sigues todos estos pasos, tus chances de ganar un contrato de gobierno en otro país suben un montón. Y de paso, le sacas jugo a toda esa experiencia que ya tienes por el mundo. Así que, ánimo y… ¡a juntar papeles!